martes, 19 de febrero de 2013

Sobre la lectura de Roland Barthes.


 ¿A qué se refiere el autor cuando menciona el término “erotismo de la lectura”?

El autor explica y compara el placer de leer con el erotismo ya que las sensaciones que se sienten al tener un buen libro y una experiencia erótica (y sin saber, el sólo tocar un libro da una ilusión inmensa) son similares, sin el goce de ambas, creo que es simple el vivir: el goce, la felicidad que da el amante, el contacto carnal o espiritual, la mirada, el saberse amado y amar, la entrega, la tiene muy bien definida, vivida y experimentada y es igual cuando encontramos en el deleite de una buena lectura, su exaltación es tan intensa como la que puede experimentarse en un trance religioso o bajo el efecto de las drogas, en la lectura como en cualquier cosa que nos produzca placer se ha de sentir así: se pierde la noción del tiempo y del mundo, nuestra realidad la ocupa la lectura y la vivimos dentro en el mundo que el autor nos creó  y las vivencias que nos da la palabra escrita, se forman y se deforman imágenes, se crean voces, nos dan alas para volar e imaginar, se sienten olores y sabores, se ríe, se llora; la lectura, el libro, como la caricia, quiere volver a repetirse y el libro nos da esa oportunidad, se queda ahí en sus letras para devolvernos a su realidad, leyendo se trasnocha, se tiembla, se espera, se abren interrogantes, se es fiel, se ama.


¿Por qué la lectura es producción?

Bueno, acá recuerdo a alguien que me decía que cualquier persona que escriba su vida escribiría un Bell Seller, otra, me dijo que a cada recuerdo, a cualquier aroma, a una mirada, a un suspiro se debe plasmar en el papel, que luego se pulía, se amasaba y se convertiría en libro, en una vida, y sí, leer motiva a escribir porque se disparan en nuestro cerebro recuerdos y vivencias que deberían ser escritas y leídas, cuando leemos nos identificamos con algunos personajes y pensamos que si el autor pudo yo también podría, y gira y gira la idea día y noche y esa ganas de escribir, motivada por la lectura es querer producir, es querer que salgan de nuestro interior las ideas y pensamientos para enriquecer a otros. Al principio de querer escribir una obra no deberíamos ponernos metas muy altas pero el empeño que se le ponga, la consagración favorecerá la obra que queramos escribir. La lectura da impulso a crear, a producir obras que aporten más cultura, más riqueza de lenguaje, más investigación, se dispara en el lector querer dar sus pensamientos, de transmitir un bien común.



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