Libro: El mundo y sus demonios
Capítulo 19: No hay preguntas estúpidas
Publicado: Editorial Planeta, Bogota-Colombia 1997
Me quede asombrada, ya hace tiempo lo había pensado
pero no lo pude decir al escribir. Todo se extiende más allá de las palabras
que escribe en su Capítulo 19 Carl Sagan - “No hay preguntas estúpidas”, en mi manía de
leer entre líneas buscando los porque de las cosas que me rodean, de las
circunstancias, de porque me siento cuadriculada, de admirar la complejidad de
cómo están hechas las maquinas con su incomprensible engranaje – no admiro a
quien las maneja- si no a quien las inventó, inspirados como Leonardo Davinci; y
quiero dar mi reflexión sobre este capítulo admirando a Carl Sagan que como
ninguno desmenuza al ser humano, su amada ciencia tratada desde todos los
ángulos: humano, científico, social, personal. Es mi deseo agregar a este capítulo
y en mi opinión que la familia juega un papel muy importante en cómo hacer
hombres de ciencia, que les guste descubrir, con capacidad de asombro y tengan
la alegría de aprender y así mismo transmitir conocimiento con amor y ánimo,
porque miro como se ha criado una sociedad de perezosos, los padres hacen que
hagamos su voluntad no la nuestra: “habla así”, “compórtate así”, “has así”,
sin dejarnos descubrir que somos, sentimos y miramos el mundo de distinta
forma. El pasado no fue mejor, heredamos de nuestros bisabuelos, abuelos y
padres lo peor de ellos: violencia física y sicológica que poco a poco se fue
convirtiendo en la sociedad que tenemos, y no solo en los estratos bajos, si no
en todos, nos hicieron insensibles, donde solo el poder, el dinero y la
aprobación de otros es lo que vale.
Y basada con lo que dijo Carl Sagan, se necesita una
profunda reforma a todo nivel, pero no aquella que afirma como lo hace la
iglesia, el estado, la familia o el colegio: “cambia, ve por el buen camino,
estudia, se alguien”, pero no nos dan bases, no nos enseñan cómo, no podemos
cambiar “así, como así” sus palabras deben de estar basadas en hechos que nos guíen
y enseñen, produciendo un cambio desde adentro de cada uno. En mi opinión el
cambio debería empezar en los padres, en especial en la madre quienes con su
don de mando han maltratado, degradado y pordebajiado a los niños y jóvenes
haciéndolos a imagen y semejanza de rencores y cosas de atrás.
Ahí si entra la maravillosa ciencia, las ganas de
estudiar, de leer, de vivir, de reir, de descubrir, de inventar. Donde madre y
padre tengan la conciencia de porque tuvieron un hijo, de que proporcionarle,
donde tengan los pies sobre la tierra y asuman su papel con responsabilidad;
cuando esto suceda todo cambiará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario